Bailarina crítica una imitación de John Wick al estilo Netflix
hace 4 horas

El cine asiático de acción se ha caracterizado por ofrecer una fusión impresionante entre lo espectacular y un trasfondo dramático que, en ocasiones, resulta perturbador. Bailarina, dirigida por Lee Chung-hyeon, lleva esta mezcla a un nivel completamente nuevo. Lo que comienza como una venganza personal rápidamente se transforma en una exploración profunda de la brutalidad que rodea al crimen y a las víctimas que inevitablemente se ven atrapadas en este ciclo de violencia.
La película retrata una visión pesimista de la sociedad surcoreana que resulta desoladora. A medida que la trama se desarrolla, la venganza se convierte en la fuerza motriz que impulsa a los personajes a arriesgarlo todo, incluso sus propias vidas, en un mundo donde la supervivencia es una lucha constante.
Inspirándose en obras como Oldboy de Chan-Wook Park, la narrativa establece desde el principio que el mundo en el que se desarrollan los eventos está irremediablemente corrompido. La primera escena presenta a Ok-ju (Jeon Jong-seo) enfrentándose a una banda que intenta atacarla, un claro indicativo de las amenazas que dominarán su vida.
La estructura de la película se centra más en la acción desmedida que en el desarrollo de personajes o diálogos significativos. La trama se basa en largas secuencias de violencia, donde las habilidades del personaje principal para eliminar a sus adversarios se convierten en el eje central de la historia, relegando el contexto y el trasfondo emocional a un segundo plano. La venganza se convierte en un pretexto para explorar la brutalidad del mundo criminal surcoreano.
La estética visual de Bailarina es notable, utilizando la luz y el espacio para destacar las habilidades de su protagonista. No solo se muestra que Ok-ju es una luchadora excepcional, sino que también tiene una disposición sombría hacia la muerte, lo que la convierte en una adversaria casi invencible. Esta premisa establece el tono y ritmo de la película, donde la violencia es un elemento omnipresente.
Disparos, cuchillos y un camino de venganza
A medida que avanza la historia, se profundiza en el único conflicto que se despliega: la relación de Ok-ju con su amiga Min-hee (Park Yu-rim), una bailarina cuyas circunstancias son trágicas y que se convierte en la razón detrás de la búsqueda de justicia de Ok-ju. La desesperada decisión de Min-hee de quitarse la vida y su mensaje pidiendo venganza desencadenan una serie de eventos que devastarán a Seúl y su inframundo criminal.
Una de las fortalezas del guion de Bailarina es su honestidad brutal; no hay adornos ni giros inesperados. La historia es directa: la justicia retorcida de Ok-ju aniquilará a todos los que estén en su camino, incluyendo a las organizaciones criminales que operan en la sombra.
Ok-ju se enfrenta a cada uno de sus adversarios, desarticulando las estructuras que llevaron a la muerte a Min-hee. La violencia que sufrió Min-hee, grabada y utilizada como herramienta de chantaje, se convierte en el motor de la narrativa, aunque la película no se detiene a explorar en profundidad el sufrimiento de sus personajes. Más bien, se centra en la acción y la venganza.
En este universo sin héroes, donde todos son culpables de algún tipo de crueldad, Ok-ju se destaca como la figura más formidable. La película, con su enfoque en secuencias de acción espectaculares, utiliza técnicas cinematográficas innovadoras, como la alternancia de perspectivas y un uso eficaz de las sombras, para transmitir la idea de que la crueldad se paga con más crueldad.
Un desenlace satisfactorio, aunque predecible
Después de casi una hora de intensas confrontaciones, Ok-ju finalmente descubre que Choi Pro (Kim Ji-hoon) es el monstruo detrás de la muerte de su amiga. Este personaje no solo es responsable de la violencia ejercida sobre Min-hee, sino que también se erige como el líder de una banda que aterroriza a la ciudad. La narrativa, en su simplicidad, justifica la venganza de Ok-ju y su lucha por la justicia en un mundo donde el poder se basa en la violencia.
A pesar de su enfoque en la acción y las coreografías brillantes, Bailarina no profundiza en la psicología de su protagonista; en lugar de ello, su necesidad de venganza ocupa un lugar central. El filme se destaca en su capacidad para captar la atención del espectador a través de un uso impresionante de la violencia estilizada, con una iluminación neón que recuerda a un ambiente ciberpunk.
La película, aunque sencilla, logra mantener el interés del público gracias a su presentación visual y la intensidad de las escenas de acción. La mezcla de sangre y vísceras se convierte en un arte visual que, aunque perturbador, ofrece una experiencia cinematográfica impactante.
La historia de Bailarina se convierte en una reflexión sobre la venganza y sus consecuencias, y aunque algunos elementos pueden resultar predecibles, la ejecución visual y las secuencias de acción hacen que la película sea un espectáculo digno de verse. Es una obra que, a pesar de sus similitudes con John Wick, establece su propia identidad a través de personajes profundos y un enfoque visceral que no deja indiferente a nadie.
Para aquellos interesados en el análisis de esta película, aquí hay una crítica sin spoilers que se adentra en sus aspectos más destacados:
En resumen, Bailarina ofrece una mirada visceral a un mundo donde la venganza se convierte en un ciclo interminable de sufrimiento. A través de su narrativa directa y su impresionante cinematografía, el filme desafía al espectador a reflexionar sobre el costo de la justicia en un entorno marcado por la violencia y el crimen.
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